Salvados para servir

Sep 24, 2023Blog

clamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra; adoren al Señor con regocijo. Preséntense ante él con cánticos de júbilo. (Salmos 100:1-2)

¿Es una meta en tu vida servir a Dios con alegría? El salmista nos exhorta en el Salmo 100 a adorar al Señor con entusiasmo y satisfacción. En la Biblia también se nos anima a servir a Dios con alabanzas, con temor (Salmo 2:11), de forma agradable y de buena voluntad (Efesios 6:7). Sabemos que servir a Dios no es una obligación más de nuestra lista interminable de tareas sino que es un privilegio y honor.

No servimos para ser salvos:¡servimos porque Jesús nos salvó! Esto debe cambiar nuestra actitud ante Dios y ante las personas. Algunos están siempre exigiéndole a Dios que los sirva, de la forma específica que ellos dicen, y quieren que los demás hagan todo por ellos. Pero debes recordar que fuiste salvo para servir.

¡El más importante es el que SIRVE (Mateo 23:11)! Jesús nos dio el ejemplo haciéndose siervo. Él se acercó a los impuros, lavó los pies de sus discípulos… Lavó también nuestro corazón que estaba lleno de suciedad… Sé más parecido a él: sirve a Dios con temor y sirve a los demás con amor.

Sirviendo con amor:

  • Dios nos dio la vida con un propósito. Mira a tu alrededor, hay mucho por hacer.
  • Ora y está disponible para servir. Dios tiene mucho que quiere hacer en este mundo a través de nosotros.
  • Todo lo que haces en casa, en el trabajo, en la escuela o en la iglesia lo debes hacer como si fuese hecho para Dios. Pon todo tu empeño en el servicio que hagas. ¡Sé el mejor para la gloria de Dios!
  • Haz el bien, sé rico en buenas obras, generoso en dar y rápido para repartir (1 Timoteo 6:18).
  • Haz lo mejor para Dios. Ora, alaba, ayuda, testifica, comparte, trabaja, anima, enseña… en fin, sé un siervo bueno y fiel.

Para orar:

Señor Dios, ayúdame a servirte con satisfacción y a servir a mi prójimo con toda generosidad. Enséñame a ser productivo en el servicio de Cristo y en las buenas obras que has preparado para mí. Dame siempre humildad para servirte a ti y a los demás con los dones que me has dado. Que yo pueda tener empatía y ser más parecido a Jesús, que se negó a sí mismo y nos sirvió para el engrandecimiento de tu Reino. Te agradezco por todo esto en el nombre de Cristo Jesús. Amén.

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